Lillian Moscona, coach certificada en alimentación Keto y salud ancestral en Barcelona
Quiero que te imagines eligiendo un limón que te llame la atención, parece jugoso, fresco, sabes que fue cultivado de forma orgánica, de hecho te ves ahí cerca del limonero en el momento en que este limón se desprende de la rama y cae a la tierra. Lo tomas en tus manos y lo lavas antes de cortarlo.
Fíjate cómo coges tu cuchillo preferido y corta el limón por la mitad, observa lo jugoso que se ve y se siente, remueve las dos semillas que ves y acércalo lentamente a tu boca, exprimiendo unas cuantas gotas. Siente cómo las gotas frescas con sabor ácido, caen en tu lengua y las tragas.
Quizás le quieras poner un poco de sal y seguirlo exprimiendo poco a poco, quizás lo quieres exprimir todo en un vaso y hacer limonada. Detente aquí un momento… ¿sigues saboreando el limón? El limón está en la realidad mental que has elegido en este momento, lo has llevado a ser tan real que lo has podido coger, cortar, saborear, exprimir…
Posiblemente mientras leías, no estabas pendiente de alguna cosa que ha ocupado tu mente persistentemente en estos días. Siempre tenemos al alcance de nuestra mano, interrumpir una cadena de pensamientos que nos hace sentir mal, ansiosos, frustrados y sustituirla por una más positiva. Por supuesto no somos robots y todas las emociones están ahí para ser sentidas, pero una vez que te has permitido sentirla, suéltala. Observa cómo las sueltas, imagina que envuelves la emoción en un pedazo de papel, lo arrugas y lo echas a la papelera.
Imaginar es crear. Con la imaginación creamos nuevas sensaciones que se traducen en emociones.
Nuestros pensamientos, emociones y sensaciones físicas están conectados y se influyen mutuamente. Esto significa que, si puedes cambiar tu forma de pensar, puedes cambiar tu vida emocional. Nuestras emociones siempre surgen de un pensamiento previo.
A veces nos sorprenden porque no solemos prestar atención a lo que pensamos. Muchas veces permitimos que nuestros pensamientos crezcan y nos asustamos a nosotros mismo con ellos, ya que la emoción que llevan aunada es de miedo, ansiedad o rabia.
Ese es el momento de sacar a nuestro observador consciente. Dejar que el observador tome nota de lo que pensamos y cómo eso nos hace sentir, es un ejercicio muy útil. Sé que el ejercicio del limón puede parecer infantil. Sin embargo te invito a usarlo y luego sustituirlo con una variedad de opciones de todo tipo, sensoriales, visuales, de música, temperatura…
Experimenta creando distintos escenarios donde ocurren diferentes experiencias. Atrévete a crear esa experiencia que tanto desearías tener. Imagínate tan lúcidamente como te sea posible. Recuerda que todo aquello que existe en nuestra vida, antes tuvo que ser imaginado para poder ser creado. Esto se aplica a lo bueno y a lo malo que nos ocurre. Invita al observador a tomar nota de cómo te sientes cuando piensas ciertas cosas y cómo te sientes con otras. Los pensamientos influyen directamente en nuestras emociones y luego se manifiestan en sensaciones físicas. Por eso es tan importante ser conscientes de ellos ya que tienen mucho poder.